Diálogos desde el Centro

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Germán Bustamante con Leidy Villadiego

Germán Bustamante* me recibe en su apartamento en El Cabrero. Un ventanal grande deja ver la majestuosidad del mar como un cuadro en movimiento. Habitó por casi 60 años el Centro histórico de Cartagena, pero se cansó del ruido en las calles, del tráfico, de desconocidos como vecinos y ahora quiere pasar el resto de su vida en un lugar más tranquilo.

 Leidy V(LV): Quiero que me diga ¿cuál es la visión que usted tiene de Cartagena de hace 60 años? ¿Cuál es el primer recuerdo que tiene del centro de Cartagena de hace 60 años?

 Germán B(GB): Bueno mi familia vino a vivir al Centro cuando yo estaba en primero de primaria, vivíamos antes en el Pie de la Popa, pero mis papás y algunos abuelos siempre habían vivido en el Centro, así que por unos años muy cortos hubo una mudanza al Pie de la Popa, pero después nuevamente al Centro. El Centro era muy heterogéneo, vivía mucha gente; había ricos y había pobres, había de todas las clases, de clase media y de clase alta, muchos comercios, los colegios; mi colegio quedaba a dos cuadras de la casa, y al mismo tiempo tenía la playa y tenía amigos en distintas calles. Por ejemplo, mis amigos eran de la calle de Don Sancho, aunque yo vivía en la calle de la Universidad, pero por ahí también había los grupos juveniles. La gente de San Diego eran otros, ¿no? Cada calle tenía sus, digamos, pandillas. Pero no eran exactamente como las pandillas de ahora, aunque sí había peleas; pero no eran grupos malos. Había mucha vida de barrio.

Dicen que Cartagena estaba destruida para justificar todo lo que se ha hecho últimamente, dicen “pero es que Cartagena estaba en ruinas”. Yo no comparto esa idea; si había construcciones en ruinas, pero había muchas otras que estaban muy bien y habitadas.

¿Qué más te puedo decir? Estaban los teatros, uno iba a cine en el Teatro Cartagena, el Teatro Colón; el Circo Teatro que ahora es la famosa Serrezuela, el centro comercial nuevo. El Teatro Padilla, los colegios, bueno, había de todo, había hasta fábricas; estaba la fábrica de Lemaitre allá en Getsemaní, en el centro estaba la embotelladora Román. Era realmente muy diverso, pero comencé a apreciarlo en toda su riqueza, su belleza y calidad urbanística ya estudiando arquitectura en Bogotá. El conocimiento de la profesión me hace valorar más la ciudad, comienzo a entender sus valores urbanísticos, la calidad del espacio, el valor de las casas viejas, la riqueza de la actividad urbana y también entender los problemas que existían. 

LV: ¿Y sobre la vida en comunidad que me puede decir?

GB: Yo me acuerdo que antes, por ejemplo, los vecinos nos conocíamos, yo conocía mi casa, pero también la del vecino y la del otro, y allá donde estuve en una fiesta, o allá donde fui a otra casa porque se murió un señor y el velorio, o sea, tú conoces las casas de tus vecinos y los edificios públicos, tienes un contacto no solo externo. En cambio, ahora cuando todo se dedica al turista tú nada más tienes el espacio de las calles y ya.  Todo lo demás está privado, a los hoteles no tienes acceso, tú allí no entras ¿no? Entonces la ciudad va dejando de ser nuestra, hasta cierto punto. Ahora ya no hay dónde ir a cine en el centro, no hay teatros, no hay escuelas, se ha perdido todo lo que es la vida de barrio, la vida de ciudad ha sido reemplazado por actividades para los turistas, tanto que se va la gobernación, se van todas las oficinas públicas, eso también es una falla.

LV: ¿Qué pensaban los cartageneros en ese momento de su propia ciudad, del propio centro? ¿ya era un concepto nacional que la gente apreciara Cartagena por su valor arquitectónico?

GB:  En el año 1959 la ley declara monumento nacional el Centro Histórico de Cartagena, aunque hubo desde principio del sigo XX  legislación y aprecio, pero eso era algo de muy de reducida divulgación, era casi una cuestión de élites, las élites intelectuales de la ciudad o del país que valoraban el aspecto histórico y arquitectónico. Digamos que en el grueso de la población no hablaba del tema. Pero si sabía que Cartagena era una ciudad con magia, una ciudad con valores, con encanto,  era parte de la cotidianidad.

También había una sensación de que era una ciudad atrasada, por ejemplo, cuando la gente hablaba de Barranquilla: “es que en Barranquilla hay más comercio, hay más desarrollo, hay más trabajo”,  también de Medellín o de Cali.  Cartagena era una ciudad venida menos, esa situación se sentía, era una ciudad provinciana, con poco desarrollo.

LV: ¿Qué hizo que el Centro empezara a cambiar y empezaran a tomar un interés en los lugares que estaban abandonados?

GB: Buena pregunta. La ciudad tuvo su esplendor en la época de la colonia y  después sigue un largo periodo de estancamiento  hasta mediados del siglo pasado (tal vez ésta sea la explicación de la conservación del patrimonio arquitectónico).   La dirigencia local tenía la esperanza en varias empresas de la ciudad: el puerto, el desarrollo industrial y también el turismo.

Pero el turismo no se desarrolló con fuerza, sino a partir de la presidencia de Carlos Lleras Restrepo, cuando se creó la Corporación del Turismo. Se hicieron los planes para Cartagena, Santa Marta y San Andrés. En nuestra ciudad se invirtió en la construcción del alcantarillado sanitario y se hizo la avenida Santander para que se llegara fácilmente desde el aeropuerto a los hoteles en Bocagrande. También se comenzó a restaurar edificios públicos importantes, por ejemplo se restauró la Alcaldía, la Catedral, el Sena y el Cuartel de las Bóvedas.  Se enfrentó el grave  problema de Chambacú, que era una zona en condiciones tremendas de salubridad  y se decidió por erradicar a la población hacia nuevos barrios del Instituto de Crédito Territorial.

Ahora bien, los cambios mas drásticos se dieron desde la inscripción de Cartagena en la Lista del Patrimonio Mundial de UNESCO en 1984. En ese momento se vuelve interesante, para gentes del interior del país y extranjeros con gran poder económico, comprar casas en el centro histórico para pasar vacaciones. Esto lleva al encarecimiento del mercado inmobiliario, se estimula la venta de casas, causando  el desplazamiento de la vivienda y otros usos complementarios. Este proceso sigue  aún con mucha fuerza.

LV: Sí, de alguna manera empieza una cadena con el tema del saneamiento del Centro, se empiezan a sacar cosas para, supuestamente, descongestionar, pero esas cosas, a fin de cuentas, como yo lo veo personalmente, son las que le dan dinámica a todo lo que constituye el universo Centro, y eso deja un poquito en el limbo la gente que lo usa. ¿Por qué se fue usted del Centro?

GB: Bueno yo pensaba:” vivo aquí en mi casa, pero en medio del caos, en medio de la bulla, del tráfico, de la congestión, de los buses turísticos, de los bailes, de los fuegos artificiales, de las aguas sucias en las calles y de las ventas ambulantes; ya no aguanto más. Quiero que los años que me faltan por vivir, vivirlos más tranquilamente” y entonces convencí a mi hermana que éramos los dos que quedábamos. Le dije: “vendamos la casa y vámonos a buscar un mejor vividero porque ya el centro no da más”. Esa es la razón fundamental.

*Germán Bustamante Patrón es el actual secretario de ASOCENTRO HISTÓRICO. Arquitecto de la Universidad de los Andes. Realizó estudios en la Escuela de Especialización para el Estudio y la Restauración de Monumentos,  Universidad de Roma, 1984. Ha sido Delegado del Consejo de Monumentos Nacionales ante el Centro Filial de Bolívar. Consultor PNUD Proyecto Col/87/024. Director de la Comisión Redactora del Reglamento del Patrimonio Inmueble de Cartagena de Indias, 1.991.

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