Cartagena, además de ser epicentro del turismo en el país, ha sido en muchas ocasiones escogida para la realización de eventos de talla mundial. Sus playas, murallas, gente cálida e historia, embellecen su entorno y atraen la atención de personas de todo el mundo.
Sin embargo, más allá de la belleza que representa la ciudad, existe un problema que se concentra en las calles del Centro Histórico, pero que no ha recibido la importancia correspondiente: las cocinas callejeras.
Si bien las cocinas callejeras son una tradición que se ha venido consolidado en toda la ciudad de Cartagena, representa un peligro para la población por los elementos prohibidos utilizados en ellas.
El presidente de Asocentro, Rafael Camacho, considera que la cultura no se puede sobreponer a la seguridad de las personas, con respecto a los cilindros de gas en la calle que en cualquier momento pueden producir una explosión y atentar contra la integridad física de los transeúntes. Así mismo, afirmó que este es un problema de hace años que no ha tenido ningún tipo de solución a pesar de las distintas quejas por parte de la comunidad.
El Universal realizó un recorrido por el Centro Histórico de la ciudad y encontró que las zonas más afectadas por el fenómeno son la Calle Segunda de Badillo, San Diego y Getsemaní. Encontramos carros de venta de chuzos, perros y arepas con cilindros de gas a la intemperie, así como también cocinas de fritos.
Publicada en el Universal
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